Antonio Valencia: Más allá de la experiencia

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Después de haber sido vendidos en el verano del 2020 y de afrontar un nuevo periodo de incertidumbre, Querétaro ha trabajado desesperadamente para dar fe de la seriedad de su nuevo proyecto. Así, Antonio Valencia, un futbolista con reconocimiento a nivel mundial, se convirtió en nuevo jugador de unos Gallos que, por un momento, parecían desahuciados.

El fichaje de Antonio Valencia se puede analizar desde distintas perspectivas. A priori, la incorporación del ecuatoriano le otorga credibilidad a un proyecto que desde el primer día fue cuestionado, pero que poco a poco ha ido ganando fuerza. Sin embargo, más allá del aporte que ofrece el ex Manchester United en términos de marketing, también es una realidad que, deportivamente, Valencia es agua en el desierto para un Querétaro que, en calidad y experiencia, va muy corto.

Durante el torneo pasado, Gallos demostró que, pese a sus limitados recursos, podía encontrar la forma de competir ante rivales superiores. Sin embargo, también confirmó que, aunque el funcionamiento fuera positivo, al final la falta de calidad era la diferencia entre ganar o perder. Además, al ser un equipo que en su mayoría provenía del Ascenso Mx, la falta de experiencia pesó en los resultados.

De esta manera, Antonio Valencia llega para solucionar estas dos facetas que significaron una debilidad para Querétaro: la falta de calidad y la falta de experiencia. El jugador ecuatoriano es un futbolista que pasó por España e Inglaterra, que jugó una final de UEFA Champions League y que disputó dos Copas del Mundo.

Por otro lado, es fundamental decir que Valencia no es solo jerarquía. Entendiendo la evolución que ha tenido como futbolista, (primero fue extremo, luego lateral y hoy es mediocampista) el esquema que Héctor Altamirano privilegia y cómo se desarrolló en su última etapa en Liga de Quito, Antonio Valencia encaja en la idea del Querétaro del Pity.

Desde su llegada, Altamirano dejó en claro que su equipo se iba a caracterizar por la búsqueda constante del arco rival y, en solo dos partidos, demostró con creces dicha intención. A través de un 4-3-3, Gallos mutó de ser un equipo reactivo a uno propositivo. Los emplumados asumían la iniciativa del partido, dominando la posesión del balón para, a partir de ello, sofocar al rival.

No obstante, debido al poco tiempo y que heredó un equipo que él no armó, aunque dejó buenas sensaciones, también tuvo muchas deficiencias, siendo una de ellas su interior derecho. Con Gonzalo Montes en la base, descendiendo para colaborar en salida de balón, y con Fernando Madrigal cargando el área, a Pity le hacía falta un interior de segunda altura que conectara la defensa con el ataque. En este sentido, Antonio Valencia le viene como anillo al dedo a este equipo.

Después de irrumpir en el mundo del fútbol como un extremo desequilibrante y con una velocidad descomunal, con el paso de los años, Valencia se ha visto obligado a adaptar su juego. El ecuatoriano ha perdido explosividad, pero ha ganado inteligencia. Hoy, el ex Manchester United ya no condiciona a partir de su privilegiado despliegue físico, sin embargo, sí lo hace gracias a su educado trato de balón. Los años no perdonan al cuerpo, pero, aunque el tiempo pase, la técnica nunca se pierde. Los aficionados a Gallos Blancos lo saben mejor que nadie, pues ya disfrutaron los últimos años de Ronaldinho quien, en su momento, fue líder de asistencias en la Liga Mx.

Tras regresar a Ecuador a mediados de 2019, Antonio Valencia se encontró con uno de los mejores entrenadores del continente, Pablo Reppeto. El estratega uruguayo sabía que contaba con un jugador con una calidad poco común en esas latitudes, pero también era consciente que Valencia no era el mismo futbolista que emigró a Europa en 2005 ni mucho menos aquel que dominó la élite a principios de la década.

De esta manera, Reppeto innovó para encontrar la mejor versión de su figura. Antonio Valencia, aquel jugador que conocimos por ser un monstruo sobre la raya de cal, se alejó de la banda para poder alargar su carrera. Así, se convirtió en una pieza clave en el doble pivote del 4-2-3-1 de Reppeto.

Hoy Valencia es un futbolista diferencial en carriles interiores, con la capacidad de descender a la altura de los centrales para organizar los primeros pases, como también para ser aquel elemento que pone de cara a los delanteros. Además, sin ser un recuperador nato, interpreta mejor cuándo y cómo robar.

Así, Querétaro suma un jugador integral, cuya llegada significa otorgarle credibilidad a un proyecto que no tiene la confianza total de sus aficionados, pero, además, en el terreno deportivo, significa cubrir una necesidad inmediata en el once inicial de Pity. Antonio Valencia puede ser la pieza que reencuentre al aficionado de Gallos Blancos con su equipo.