Figoli y Gerk rompen el ayuno

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Foto: Mediotiempo

Presentando circunstancias similares en los primeros diagnósticos del presente año futbolístico, sin victorias, con escasez frente a las redes y con el Club de Fútbol Monterrey como factor común, Gallos Blancos puede rememorar en unas horas el compromiso que en el Clausura 2007 remató la sequía de gol más grave -siete juegos- registrada en la historia de la franquicia.


Anotaciones del uruguayo Mateo Figoli, al 8’, y del argentino Mauro Gerk, al 51’ entregaron las primeras unidades del equipo queretano para elevarlo momentáneamente al penúltimo escalón de la tabla por el no descenso con un cociente de 1.0833 y, por nada menos importante, romper el ayuno de 547 minutos sin gol.


Originario de Punta del Este, Figoli se ‘cansó’ de vestirse de exorcista al encarar las respectivas maldiciones de la azul y negro. Los combinados norteños, su víctima preferida. Un rápido testarazo cruzado del charrúa, a centro del todo corazón Juan de la Cruz, batió a Jonathan Orozco y El Gallero, una jornada más, la séptima, se ilusionaba con lo hasta entonces inalcanzable.


Un objetivo menos. El Gallo finalmente se reencontraba con el grito de júbilo, pero Salvador Reyes Jr. tenía que redondear la tarde por su bien, el de la afición y el de un grupo cuya bola parecía amarrada a la injusticia en resultados. Y poco tardó en recordarlo, pues veinte minutos después y de semejante antídoto, Carlos Ochoa anticipó por los aires a Joel Sánchez para igualar los cartones al filo del descanso.


Sin embargo, el complemento era idóneo para traer consigo a otro artista de aquella plantilla. La otra mitad de una sociedad insaciable por mostrar los espolones en los momentos más bravos. Ícono del ascenso, Mauro Gerk conectó un envío de Marco García Nascimento para recuperar la ventaja de los de casa en el 51’. Y el nerviosismo se encendía.


Miguel Herrera, que en ese entonces contaba con Hugo Rodallega y Rolando Zárate como referentes estelares, aventó a La Pandilla contra la meta de Becerra. Una estirada magnífica del cancerbero queretano, a cinco del festejo de Gerk, ahogó una chilena de Zárate para bajar las revoluciones de unos regiomontanos que poco demoraría en perder a su líder en la zaga, Felipe Baloy, por segunda amarilla. Fue el acabose de los Rayados.